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Sekoetlane Phamodi
La entrevistada es una trabajadora sexual feminista y emigrante de Sudáfrica que se dedica a  coordinar campañas de activismo por los derechos de las trabajadoras sexuales y brindar servicios de apoyo a través de Sisonke National Sex Workers Movement in South Africa and the Sex Workers Education and Advocacy Taskforce (SWEAT) y Sekoetlane Phamodi, un activista de Sudáfrica que trabaja en las intersecciones entre la justicia social, la comunicación estratégica y la ley.

Transcripción de audio editada
 
Una vez tuve un cliente con discapacidad. Era de Australia. Lo conocí a través de alguien que trabajaba en el movimiento de las trabajadoras sexuales. Una vez que se mudó a Sudáfrica, quería una trabajadora sexual negra con pechos grandes. Yo cumplía con ese criterio, pero nadie me dio una descripción completa del tipo. La oferta era buenísima, no se podía rechazar, así que acepté.
 
Logré ponerme en contacto por correo electrónico con la trabajadora sexual que había trabajado con él en Australia. Ella me envió un email explicando que el cliente es una persona con discapacidad – no puede moverse y tiene dificultades para hablar – y me contó como trabajaba con él. Ella me explicó cómo interactuaba con él y me dijo cómo podía trabajar yo con él. Al principio fue difícil, ya que yo nunca había tenido clientes con discapacidad y la “intermediaria” era su mamá. 
 
Me envió el número de contacto de su mamá. Hablamos por WhatsApp, e intercambiamos SMS para coordinar un día de encuentro. Fue un medio de comunicación muy útil. Su madre me informó brevemente sobre su situación médica, cómo trabajaba con él la otra trabajadora sexual y me contó que a él le encantan los pechos (por eso quería una mujer negra) y yo estaba como, bueno, todo bien. 
 
Las personas con discapacidad son clientes realmente geniales. Si pudiera elegir, sólo trabajaría con personas con discapacidad. Pueden ser personas tan delicadas… Todo el mundo necesita algún tipo de alivio y estas personas no son diferentes. Tuvimos que construir una relación de confianza. Empezamos muy lentamente, sin apuro, porque él no se sentía muy cómodo conmigo, sobre todod en comparación con la trabajadora anterior. Fue una experiencia hermosa, que me abrió los ojos y aprendí a conectarme con la persona, en lugar se simplemente “toco y me voy”. Le llevó un tiempo acostumbrarse al fluir de las cosas, como se dice en nuestro negocio, y fue así como aprendí que absolutamente todas las personas tenemos necesidades y que éstas se pueden satisfacer de diversas maneras. 
 
Ojalá la gente de Sudáfrica y de toda Africa entendiera que las personas con discapacidad necesitan servicios sexuales al igual que cualquier otro individuo. Y esas personas se sienten mucho más cómodas con una trabajadora sexual porque la relación que se establece no es como “tú eres mi novia”, sino más bien “tú eres mi conexión”, de algún modo. Y de hecho, se crea así un vínculo de cierto tipo.  
 
Por circunstancias que están más allá de mi control, tuve que volver a casa, dado que soy una trabajadora sexual emigrante. Al volver, no pude seguir trabajando… Pero me habría encantado mantener ese contacto y espero encontrar más gente como él en el futuro, o en el momento que sea.  Era un cliente mucho más suave. Así que no te da temor de ser violada, de que te robe, o te ataque. Es otra cosa… es una transferencia de poder muy suave. 
 
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